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Claves para una eficaz adaptación al cambio

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Según un reciente artículo publicado por la prestigiosa revista Forbes, la adaptación al cambio es una de las principales preocupaciones de los profesionales de cualquier disciplina o área, entre ellas los negocios y la gestión empresarial.

Ojo, no es que el cambio sea un elemento exclusivo de la época en que vivimos. Sin embargo, lo que resulta innegable es que el mercado laboral y profesional en el que nos movemos hoy día es mucho más exigente, competitivo, dinámico y fluctuante que el de hace unos años. Basta con echar un vistazo y comprobarlo.

Es decir, la adaptación al cambio tiene una importancia especial en este contexto, pues más que una exigencia se ha convertido en una habilidad que deben desarrollar los profesionales para seguir avanzando hacia sus objetivos. Vamos, que solamente quien sea capaz de adaptarse estará en condiciones de llegar a lo más alto de su área.

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Adaptación al cambio: la velocidad de los procesos

La adaptación al cambio resulta ahora más difícil, entre otras razones porque las transformaciones no ocurren lentamente ni en plazos cortos; todo lo contrario, cada día asistimos a un nuevo cambio que puede resultar trascendental en nuestro recorrido profesional, laboral y, por supuesto, personal.

Durante mucho tiempo entendimos los cambios como una serie de hechos que tenían lugar de forma progresiva. Generalmente los asociábamos con procesos de ruptura, crisis, fusiones o reconversiones organizacionales.

Aunque el concepto sigue siendo más o menos el mismo, la diferencia principal radica en la velocidad con la que ocurren. Muchas empresas se han quedado por el camino en estas dos últimas décadas, las cuales han estado marcadas justamente por una ruptura con ciertas formas tradicionales de gestión.

Cinco claves para una buena adaptación al cambio

La rápida capacidad de respuesta es la clave principal para la adaptación al cambio en el terreno empresarial. Sin embargo, esta habilidad no se consigue de la noche a la mañana. Podemos construirla a partir de hábitos y gestos como:

  • Reconocer los escenarios de cambio. No hay nada más perjudicial que darle la espalda a lo que está pasando en nuestro entorno. La idea es tratar de identificar en qué consisten dichos cambios y qué posibilidades tenemos como marca o empresa de adaptarnos a ellos.
  • Actuar en concordancia a los cambios. Ojo, no se trata de lanzar cohetes pero tampoco de quedarse sin reacción. ¿Te acuerdas de Kodak, el gigante de la industria fotográfica? Pues bien, es el ejemplo clásico de la empresa que no supo adaptarse al contexto de la imagen digital; con el paso del tiempo, otras marcas ocuparon el privilegiado lugar que ocupaba en el mercado.
  • Conocer al máximo el nuevo escenario. La adaptación al cambio depende sobre todo de cuánto sepamos del nuevo contexto, sus dinámicas esenciales, los competidores, entre otros aspectos. O dicho en otros términos: para adaptarnos, antes debemos saber a qué nos adaptamos.
  • Ser flexible y crear valor empresarial. Es imposible concebir un proceso de adaptación al cambio si nos aferramos a ideas o estrategias tradicionales. Eso es justamente la flexibilidad: saber aceptar nuevas formas de gestión y tener la capacidad suficiente para crear valor empresarial en las nuevas condiciones.

Si queremos que el proceso de adaptación al cambio sea más efectivo, otra clave está en la manera en que lo comuniquemos a las distintas dependencias o áreas de nuestra empresa. Cuanto más eficaces sean nuestros mensajes, más compromiso crearemos ante el reto que supone adaptarse a un nuevo escenario.

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